La cosa iba a empezar después de las 21:30 hs, pero EDELAP (Empresa Distribuidora La Plata Sociedad Anónima) tenía otros planes de viernes en la noche y demoró la entrada del público que ya se estaba haciendo presente desde temprano, formando una fila que daba la vuelta a la manzana. A las 21:45 abrieron la puerta y poco a poco la cosa fue tomando color.
Un poco fastidiados quizás, pero con la ilusión intacta, los presentes se acomodaron para disfrutar del espectáculo que habían ido a ver. Apareció entonces Marcelo Roascio, músico invitado para calentar los oídos con acordes endiablados, cumpliendo a la perfección con el esquema que se había trazado. Un señor, de esos que sólo se encuentran en espectáculos como estos.
De golpe las luces dejaron un tenue resplandor y el público explotó, ansioso, porque sabía que el ritual estaba por comenzar. Walter Giardino hizo su aparición en el escenario y eso fue suficiente para que explotaran las cabezas que se amontonaban contra la valla. Una introducción de película fue la respuesta a todas las preguntas que se pudieron haber hecho los presentes y el show comenzó sin más preámbulos.
Tormenta eléctrica empezó a sonar y desde abajo la postal del escenario se iluminaba producto de la música que desde allí venía. Los chicos quieren rock incrementó esa necesidad de gritar y el pogo la contempló de manera sobresaliente. Al final, el saludo de la banda fue recibido con una ovación y una desesperada necesidad de más.
Como nunca faltan los que confunden rock con chabacanería y manchan así el buen nombre y la presencia del metal, esta vez el premio al estúpido fue para el que escupió en dirección al escenario. A Walter no se le escapó y lo invitó cordialmente a que de la cara, lo cual no sucedió y, afortunadamente, sirvió de escarmiento. El show continuó, como si nada, porque así debe ser, y Sólo para amarte aportó su poesía a la noche.
El círculo de fuego dio paso a Tan lejos de aquel sueño. Un pelado bastante trabado dejaba de lado su porte señorial y se sumaba al coro desaforado que conformaban los allí presentes, mientras pispiaba de reojo a su mujer y su hijo que estaban a su lado vibrando en la misma sintonía. Señor espectro fue la melodía ideal para invitar a todos al show que próximamente la banda brindará en el Luna Park.
La noche seguía sonando fuerte, la guitarra daba sentido a ese momento y lo suspendía en el tiempo de forma provocadora. La batería acompañaba de forma sublime, haciendo que cada golpe resonara en el pecho y que ese estado se perpetuara como una necesidad. De los instrumentos salieron La otra cara de la moneda, El jugador y Batalla persa. Pero a medida que avanzaba el show, el impacto sonoro generaba dependencia y nadie quería que la noche llegara a su fin.
Pequeño angel oscuro, Rock and roll hotel y Buscando pelea iban completando lo que se había anunciado como la presentación del disco y nada más se podía pedir a pesar de que todavía faltaba mucho. El sueño de la Gitana y Aún estás en mis sueños sonaron con la potencia que merecen, dando paso a Rebelde y solitario, que fue cantado por la totalidad del público presente en el teatro.
Luego de una pausa llena de incertidumbres, un piano celestial e inquietante colmó el pecho de los fanáticos y, como la previa perfecta a la explosión, la guitarra dejó en claro por qué el rock la necesita tanto.
La noche decía adiós y con ella se escuchó Mujer amante, Abrazando al rock y La Leyenda Del Hada y El Mago, dando el cierre a un show de casi tres horas en el que nos quedó más que claro por qué Rata Blanca ocupa el lugar en el que está dentro del rock en español. La próxima cita (obligatoria), el 12 de septiembre en el Luna, ideal para seguir consagrándose dentro del género y de la música.
Fuente : rockandball.com
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